viernes, 1 de agosto de 2025

Leché: verbo, vergüenza, vitalidad

Apelo a mis recuerdos y a la creatividad que tenemos todos los seres humanos, y me excuso tras la juventud de mi tiempo universitario para revelar una palabra que no me enorgullece haberla usado en ese entonces. Juntos con esos amigos, en las palomilladas propias de la edad, se expresó en nuestro círculo una palabra que, ahora lo confieso con mucha vergüenza, se usaba con una connotación sexual. Como estudiante de la especialidad de Lengua y Literatura, para mí fue muy curioso desde el punto de vista lingüístico, pero ahora estoy dispuesto a realizar un análisis sobre dicha palabra, a modo de simple registro.

    El término en cuestión que usábamos era leché. Su origen etimológico se encuentra en la expresión vulgar leche, como sinónimo de semen y esperma, tal como se muestra en la quinta acepción del sustantivo leche, en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE, 2025), palabra atribuida por analogía cromática con la leche, según yo. No estoy seguro de que nosotros hayamos creado dicha palabra, pero, la primera vez que se mencionó en el grupo, todos nos reímos como si fuese la primera vez, allá por el 2016. 

    La palabra la entendimos como "expulsión del fluido seminal" y se usó como sinónimo de eyacular, correrse, acabar, arrojar y otras que provee el DRAE (2025). Un significado aferente o asociado a este término es virilidad y jocosidad, por eso, pragmáticamente, lo usábamos para hacer reír al grupo y resaltar nuestra actividad copulativa. Leché fue parte de nuestro argot, tal como lo fueron las palabras: apoteósico, apotropaico, amazing, miraculous, etc.

    Leché, fonológicamente, no tiene ninguna particularidad, salvo la primera vez que la escuché. La palabra cuenta con cuatro fonemas y cuya representación es /let͡ʃé/ (lateral, alveolar, sonora; vocal abierta, media, anterior; africada, palatal, sorda; vocal abierta, media, anterior, acentuada); sin embargo, yo la confundí con /le et͡ʃé/ (le eché). Mi confusión residió en que le eché lo relacioné con arrojar, tal como se muestra en el párrafo anterior. Ortográficamente, aunque sólo lo usábamos oralmente (la palabra), la escritura de leché debió ser con tilde, por ser una palabra bisílaba, aguda terminada en vocal. 

    Aunque resulta claro, quiero expresar que leché tiene como morfema lexical a lech- y al morfema gramatical flexivo amalgama . Este último morfema expresa el número singular, primera persona, tiempo pasado, modo indicativo y aspecto perfectivo. Leché, como verbo, tiene su desinencia en el infinitivo -ar, por lo tanto, resulta de lechar. Continuando con el análisis morfológico, es bueno mencionar que este verbo es regular. Como participio, debió ser lechado y como gerundio, lechando. Dos ejemplos de nuestros anteriores usos son: Fui a la discoteca y leché, hermano; oe, ¿lechaste?

    Desde el punto de vista sintáctico, leché es, al ser un verbo, el núcleo del sintagma verbal, usado comúnmente en función de núcleo del predicado. Con relación a líneas más arriba, el término es un verbo intransitivo, pues, teniendo en cuenta su etimología y su morfología, no requiere un argumento en quien recaiga la acción del verbo (a diferencia de eyacular, que es un verbo transitivo). No se nos hubiese imaginado expresar: leché semen, pues sería reiterativo (pleonasmo). Además, de haber dicho: leché espeso, por modificar al verbo, la palabra espeso debió ser entendido como un núcleo del sintagma adverbial en función de complemento circunstancial de modo.

    Este es el análisis de la palabra que quizás marcó mi estadía en la universidad. He brindado el primer registro de esta palabra teniendo en cuenta su etimología, semántica, pragmática, fonología, ortografía, morfología y su sintaxis. Recomiendo a mis compañeros: Roberto Ayala, Jerry Quinto, Franco Valenzuela y a Joseph Chalco, revisar este texto y escribir sus discrepancias o analizar otros de nuestros términos de grupo.