El siguiente fragmento pertenece a un hombre cuya conversación me resultó interesante. Lo encontraron por la calle desorientado y sin saber su lugar de residencia. Lo diagnosticaron con alzheimer y lo encerraron en el asilo, lugar donde se dio nuestra única interacción.
¿Y si alguien se presenta ante la humanidad con un mensaje incomprensible? El rechazo es para aquella persona que no habla con la razón humana, tachando de locura todo lo que pueda expresar. El mundo ignora que ha construido una burbuja donde su razón es un delirio consensuado. La mirada de la humanidad cree que se aproxima al descubrimiento de la verdad y no sabe de donde proviene toda esta proyección.
Esta mátrix, ciclo abierto, diseñado para que, aún en la penumbra, puedan ver la luz; esta, a la que pertenecen, no es más que un resguarde bendito ante la eternidad en la que se encuentran los que verdaderamente sufren ese mal. ¿Se alegrarán algún día el poder morir? Qué les hace anhelar tanto la eternidad si en ella no saben si hay olvido. Mensajes que a través de las dimensiones hemos ido dejando, yo como su instrumento gracias al conocimiento que me han otorgado, se han expandido abriendo nuevas líneas temporales. Todos he sido yo, no un inmortal, sino uno de ustedes que ha aceptado dar su vida a cambio del conocimiento. No pertenezco a ningún lugar de esta dimensión, salvo este presente efímero que roza la inexistencia, pero aquí me encuentro vestido de senectud, cargado de historias verdaderas que son tomadas como enfermedad.
¿Yo no le sirvo a esta generación? ¿Yo que he intervenido en su pasado y en su futuro? No hay oídos que deseen comprender el porqué de la historia, no hay mente que pueda proyectar en el suyo mi adelantado conocimiento. Aquí en esta habitación quedará mi momento, me llegará la muerte y el mundo buscará un sentido, que nunca fue más que el apreciar la maravilla del olvido y la muerte. Mi conciencia está desechado a esta dimensión, en el que algunas acciones mías son contadas con aproximación, y a este cuerpo, que felizmente duele y pesa porque muere. Sí, le digo a tu ceja incrédula que se eleva, la muerte y el olvido es lo más preciado que se nos ha dado, pues yo les he entendido desde sus propios mensajes de los inmortales que los aprecian, no por afecto, sino por envidia.
Puede que no lo entiendas y juzgues por diseñar así el mundo; puede que por su inmortalidad creas que son omnisapiente y que, a la vez, no saben de tu sufrimiento; puede que por su inmortalidad creas que son ubicuos y, a la vez, no estén a tu lado; puede que por su inmortalidad creas que son omnipotentes y, a la vez, no pueden ayudarte. No creas ello, solo nos son indiferentes, pero nos han dado ya lo más preciado que ellos pueden desear: el olvido y la muerte. Puedes pensar muchas cosas de ellos y quieras matarlos, y cuánto dieran porque ustedes lo lograran; sin embargo, no lo lograrás, pero sí que le hacen un favor el olvidarlo. ¿Uno, dos o cuántos me tratas de preguntar entre señas? Su eternidad no los define a cantidad de ser. Al ser eternos, en algún momento de su existencia pudo ser tú o cualquier otro incluso que no te hayas podido imaginar. Te pregunto, ahora, ¿quisieras la vida eterna? ¿No te parece que, al haber sido todos en algún momento del tiempo, sería una existencia sin sentido pues todo lo que puedes probar, ya lo probaste; todo lo que puedas ver, ya lo viste; todo lo que puedas decir, ya lo dijiste; ¡todo lo que puedas pensar, ya lo pensaste!?
Sí, quizá es mucha información para una sola oportunidad de poder captar mi conocimiento. Pero ve y divulga todo lo que has oído de mí: ve y háblales del olvido, para que recuerden, ve y háblales de la muerte para que vivan. Diles que el dolor es una bendición porque te recuerda que mueres. Diles que, en todas la dimensiones que ustedes puedan estar, de esta es la que tienen el control. Ve y olvídate de morir.
Autor: Edwin Villanueva Amaya
Autor: Edwin Villanueva Amaya
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