Sincróstico

Ampara al alma triste, la esperanza,
de los recursos adictivos del olvido
lanzándolo a un mar de grafemas,
así, todo el nictotiempo surgen
los axiomas de tu alma, en verso,
y, en generación espontánea, las lágrimas.

Sabes que bajo mis ojos han quedado
la obscuridad de las noches que te pienso
agravando mi aspecto de letargo
cuando el sol es Dios en el cielo,
pero seguirás siendo ausencia fuera de mi cuerpo
y mis escritos seguirán en tu inexistencia
con la fatalidad de sus verbos pretéritos.

Trato de quebrar los recuerdos de tus labios rocicler,
de tu piel de blanco lirio, de las hormonas
que le arrebata el aire a tus cabellos,
de tu sonrisa de niña traviesa, de tus orejas con frío,
de tus ojos de café profundos, de tu voz divertida,
de tu alma divertida, de tus besos amorosos,
de tu sexo amor... pero, lo siento, son eviterno.

Resulta el olvido improbable
(tus labios dijeron que no era imposible)
pues aparece tu imagen
vestida de musa renacentista
y si compongo poesías a la alegría, son lamentos,
y si te soy ateo, una palabra tuya bastará para sanarme...

Imagino que regresa tu mano de santa mujer
curando los estigmas impregnados
en mi, hoy, huraña alma a causa del adiós
y siento al adiós hurgando
en la llaga de diciembre,
los setiembres,
porque duelen sus inicios sin ti.

Dice mi mundo que soy muy obvio,
que mis poemas son acrósticos de tu nombre;
no quiero incomodar, quisiera dejar de escribirte,
pero es tan difícil tener corazón.

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