Cada vez que dices “Adiós”


Cada vez que dices “adiós”
vuelve la serpiente de acero
a envolverse y succiona, su divina boca,
el amargo sabor de su diabólica cola;
veo cómo en tu distancia
te has envuelto de extraño ropaje
y se rasgan las telas que me envuelven
el corazón.
Te alejas,
nunca te tuve,
y la serpiente que se come así misma
quiere salir por mi garganta.

Cada vez que dices “Adiós”,
dices que nos volveremos a ver
y la cabeza y la cola están juntas otra vez

Cada vez que dices “Adiós”:
torso desnudo, sábanas sin orden,
blanca pared, mejillas rosas,
sillas, toalla, mesas
cortinas rojas,
Noche azul, 303,
mis serpientes tomándote del brazo
y un beso que no calma.

Cada vez que dices “Adiós”
regreso a la casa verde, cruzo sus calles verdes,
abro mi puerta verde y, en mi cuarto negro,
me enrollo en mi asqueroso suelo como una serpiente,
con tanta fuerza para ahogar la pena;
Y odio la cabeza y odio la cola,
y odio su sabor a acero,
y odio el maldito color verde;
y me odio a mí,
y odio el sueño y la ilusión.

Suena el móvil entonces,
y tu mensaje verde me calma.

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