Quizás, en mis enredos de palabras,
de lecturas y escritos, y soledad,
pueda llegarte como falsa verdad,
y tu corazón a mí ya no lo abras,
que hallarte bien amada no te habrás,
que en actos no responda a tu beldad.
Renuncia a esos pensamientos de maldad
pues mi pasión y ternura tú sabrás
al mostrar que no soy un mar en calma,
que tengo olas de gran prominencia,
que el pecho quema y no guarda tibieza,
que amaré hasta que se me vaya el alma,
revelando valentía y diligencia
a ti, niña de sonrisa traviesa.
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